El amor no es 100% cuántico
A El Ingeniero
Muchos de los fenómenos que ocurren en la naturaleza, como la fotosíntesis de las plantas, o que forman parte habitual de la vida humana, como el funcionamiento de una lamparita eléctrica, involucran un proceso aparentemente simple pero fundamentalmente complejo y hasta increíble. Este proceso consiste, para decirlo de un modo sencillo pero sin faltar a la verdad, en un salto de electrones.
Vamos por partes.
Vamos por partes.
No sorprendo a nadie si digo que los átomos están formados por un núcleo de protones y neutrones, y, girando alrededor, encontramos a los electrones. El número de electrones (y por consiguiente el número de protones) de un átomo depende del elemento en particular. El Hidrógeno, por ejemplo, tiene menos electrones que el Cobre.
.
.
Cuando se entrega energía a un átomo –por ejemplo en forma de luz o de calor-, es posible excitar a alguno de los electrones más externos (más lejanos al núcleo) a un estado de energía superior. En los casos más sencillos, ese estado excitado es inestable, por lo que el electrón vuelve al nivel de energía del que partió (o estado fundamental), y en ese proceso libera energía en forma de, por ejemplo, un fotón (luz).
.
.
.
.
Hasta aquí nada para desvelarse. Lo asombroso es que para excitar al átomo (o lo que es lo mismo, a sus electrones), es preciso irradiarlo con la energía exacta que produce el cambio de estado. Supongamos que –en unidades arbitrarias- 0 corresponde al valor de energía del electrón en su estado fundamental, y 3 al valor de energía de su estado excitado. Si no se irradia al átomo con una energía de 3, el proceso no ocurre. Le puedo dar 1, 2, 4, 10000, 100000, que no va a ocurrir. Le puedo dar 2,99999, y tampoco. Esta característica indica que la energía está cuantizada –es decir que se encuentra en forma de ‘cuantos’ o de paquetes de energía- que es discreta, que no pertenece a un continuo. Y de ahí todos los nombres derivados: mecánica cuántica, física cuántica, lo que quieran; la base es la misma. Si el tema sigue pareciendo escabroso, déjenme ejemplificar por oposición. Supongamos que la energía fuera continua y no discreta; entonces, al irradiar al átomo anterior con una energía de 6, obtendría un salto que, por ejemplo, doblaría al original, si con 1,5, el electrón saltaría la mitad, y así sucesivamente.
.
Esta partícula loca (que gira todo el tiempo, que es chiquitísima) es mala gente. No le importa lo que te cueste hacerle un regalo, si no recibe el paquetito que precisa te ignora completamente.
.
Natanael suele decirme que él es feliz porque no espera nada, porque casi todo le viene bien. Que la gente está mayormente insatisfecha porque espera todo el tiempo cosas de los demás, que nuestra felicidad no debe depender en absoluto de cosas ajenas a nosotros mismos, porque son imponderables.
.
.
Esta partícula loca (que gira todo el tiempo, que es chiquitísima) es mala gente. No le importa lo que te cueste hacerle un regalo, si no recibe el paquetito que precisa te ignora completamente.
.
Natanael suele decirme que él es feliz porque no espera nada, porque casi todo le viene bien. Que la gente está mayormente insatisfecha porque espera todo el tiempo cosas de los demás, que nuestra felicidad no debe depender en absoluto de cosas ajenas a nosotros mismos, porque son imponderables.
.
Mi amiga Caro es todo lo contrario, cual electrón de última capa, tiene ideas férreas sobre casi todas las cosas y no tiene problemas en bajarse del barco si la gente no responde como ella espera. Porque, según dice, tiene que ser lo que tiene que ser, y es absurdo aceptar cualquier cosa del otro.
.
.
Cuando era chica me parecía más a Caro, después fui cambiando –me fui haciendo más insegura- y ahora estoy a medio camino. No creo que haya que esperar la palabra exacta del otro, ni que necesariamente cualquier cosa recibida esté bien. Creo que casi todo es más o menos charlable, que las relaciones humanas son fundamentalmente continuas (donde todo puede consensuarse), con toques de cuanticidad: existen ocasiones en que hay que hacer el gesto exacto, dar la energía precisa, la palabra perfecta, la cifra –diría Borges- justa si se quiere obtener el resultado esperado. Momentos en los que una respuesta levemente distinta de la que anhela el otro, incluso, puede desatar el caos.
.
.
Sobre todo en el amor, no es lo mismo jazmines que bombones, un abrazo que un beso, un silencio que una declaración.
.
Pero no desesperemos. Cuando seamos medio zapallos para leer al otro, para aventajarlo, para adelantarnos a sus anhelos, siempre será válido recurrir al golpe de efecto, a lo inesperado, a la parte continua. Siempre podremos decir, por ejemplo, ‘che, ¿por qué no nos vamos a vivir juntos?’ porque total que para mí las relaciones humanas no son puramente cuánticas, y si damos más, creo, el salto energético obtenido será mayor.
.
.
Pero no desesperemos. Cuando seamos medio zapallos para leer al otro, para aventajarlo, para adelantarnos a sus anhelos, siempre será válido recurrir al golpe de efecto, a lo inesperado, a la parte continua. Siempre podremos decir, por ejemplo, ‘che, ¿por qué no nos vamos a vivir juntos?’ porque total que para mí las relaciones humanas no son puramente cuánticas, y si damos más, creo, el salto energético obtenido será mayor.
.
Los españoles de La Monja Enana, sin embargo, difieren. Escuchen si no su canción Amor cuántico:
.
Etiquetas: amigos, amor, Borges, Caro, ciencia, cosas que pienso, El Ingeniero, La Monja Enana, música, Natanael, relaciones
0 Comentarios:
Dejar un comentario