Puede Fallar

domingo, marzo 21, 2010

Pasa en las plantas, pasa en la vida


Agus me regaló, hace un tiempo, un kit para sembrar Nomeolvides, compuesto por 4 semillas, una macetita y tierra fértil.

La gente de ciencia si hay algo que sabe hacer es seguir protocolos, así que leí el instructivo detalladamente y sembré los cuatro puntitos cuasi ínfimos en ese mar de hummus negro y esponjoso.

'Si crecen, quiere decir algo', me había susurrado Agus, misteriosa. ¿Y si no? -le contesté con miedo- ¿En ese caso se me augura más sufrimiento...? 'No, no' contestó. 'En ese caso, quiere decir
otra cosa'.


A algunos amigos conviene no preguntarles más, superado determinado punto.

Coloqué la tierra en la macetita, las semillas y un poquito más de tierra por encima. Humedecí gentilmente la superficie, y esperé. Esperé.

Crecieron cuatro plantines. Cuando estuvieron grandecitos, solícita, compré macetas más grandes y tierra enriquecida. Transplanté con cuidado a las criaturitas y desde ese día las riego todas las mañanas.

Los plantines se convirtieron en un matorral enorme, y cada vez con más ganas aguardé la salida de las flores.

Hoy se apersonó
Sole a matear un rato. Cuando le mostré las plantitas, objeto de mi orgullo y cariño, me dijo:

- ¿Vos me estás jodiendo, no? ¿Te das cuenta de que transplantaste un pasto, un yuyo? Acá no hay ninguna planta de flor...

Bárbaro.

Le creo porque es más bióloga que yo.

Y pienso, eso sí, en cuántas otras cosas de mi vida hice o estoy haciendo repetidamente lo mismo: abrazar y cuidar celosamente una maleza invasiva, creyendo que se trata de una plantita de Nomeolvides.



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