Puede Fallar

martes, febrero 09, 2010

Ideales

Está el mito de Gilgamesh, el inmortal, y está el comic por entregas que escribió el magnífico Robin Wood (el creador de Nippur de Lagash, de Dago, de Savarese), con dibujos de Lucho Olivera, en épocas de Editorial Columba.

No voy a explayarme sobre esto -todos los habitantes del mundo deberían leer estas obras-, baste decir que Gilgamesh pidió y obtuvo la inmortalidad absoluta (incluso dejó de envejecer), y que, más temprano que tarde, se anotició de lo terrible que puede llegar a ser no morirse nunca: ver hechas polvo con el paso de los años a las mujeres que amó, enterrar a todos los amigos, ser testigo de la decadencia de las murallas de su ciudad, que se desvanecen en el viento a través de los milenios.

La historieta –me resisto a decir comic- de Gilgamesh, El Inmortal, contada por Robin Wood es antológica. No creo que esté al nivel de Nippur, pero eso es porque lo del sumerio tuerto ya se va de escala (es normal, nadie espera que el próximo disco de Radiohead supere a OK Computer, por caso).

.



Durante mi niñez y adolescencia leí muchas de estas publicaciones, y, entre las pocas que recuerdo, hay un episodio de Gilgamesh que me parece fundamental y fundacional, digamos.

Está ambientada en el futuro, con la humanidad prácticamente extinguida después de una guerra nuclear. Gilgamesh y unos soldados que están a su cargo, descubren, entre ruinas, la entrada de una gruta. Algunos de entre la tropa de El Inmortal se atreven a entrar, y cuando salen están desquiciados, algunos hasta se quitan la vida.

Intrigado y rabioso, el héroe se introduce en la bóveda, y nota que en realidad se trata de una máquina enorme, sepultada por los bombardeos y el tiempo. Al ingresar, el sistema se activa y un escáner le barre el cuerpo, mientras otros equipos controlan su temperatura, pulso, peso, etc. Luego de unos quince minutos de inspección minuciosa, el mecanismo abre una puerta, que había permanecido cerrada durante el proceso.

Lo primero que siente Gilgamesh es un perfume, y oye el andar cansino de unos pasos ligeros, que se acercan hacia donde él espera. A continuación aparece la mujer más bella que haya visto, la más perfecta, la que reúne todas las cualidades que él prefiere en una muchacha, incluyendo su olor, su forma de caminar, la manera en que mueve las manos…

Como el zorro, que sabe por zorro pero más sabe por viejo, Gilgamesh entiende lo que ocurre, comprende el objetivo de la máquina y la extraña conducta de sus soldados. El estudio exhaustivo de los que ingresan determina valores para cada individuo, que la computadora de la gruta analiza y sopesa. Con estos datos, proyecta en cuatro dimensiones (la cuarta dimensión comprende a los sentidos del olfato, del oído) a la pareja ideal del individuo: mientras estás ahí paradito se acerca una persona que reúne, de golpe, todo lo que te gusta.

Todo.

A ver si me explico: todo.

Gilgamesh escapa de la habitación y se dirige a la sala de comandos donde, tras revolver archivos, encuentra una grabación del creador de la máquina, en la que el pobre tipo, todo consumido y sucio, dice que su invento es una aberración, que los pocos que ingresaron, terminaron locos o suicidados. Que él mismo, al darse cuenta de su error, había sepultado la máquina pero que no había encontrado el valor de destruirla, porque en ella vivía la mujer de sus sueños.

Que la angustia y la pena de ver todo lo bello concentrado en una proyección, lo que uno sueña y que nunca podrá tener –porque no existe-, es demasiado para la vida de un hombre, y que, dicho esto, no quedaba nada más.

A continuación se observaba en pantalla al creador que, llorando, se volaba la tapa de los sesos.

¿Cómo seguir viviendo cuando se experimenta la visión o el contacto con todo lo que uno anhela? Matarse o volverse loco son las opciones lógicas, al caer en la cuenta de que ya no será posible encontrar en la realidad esa magnífica visión ideal.

Gilgamesh, quien no puede ni siquiera redimirse con la muerte, rompe la máquina y, al salir de la gruta, vuelve a cerrar la entrada con tierra y piedras.

.

Ahora bien, ¿cómo me siento? Bueno, estoy recién salida de la gruta. Imaginate.


.



:



Etiquetas: , , , ,

1 Comentarios: