Puede Fallar

lunes, noviembre 30, 2009

La desgracia hace leña del árbol caído

Primero fue el desastre absoluto y total, el destrozo.
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Supuse que con eso tenía para este año y el siguiente, por lo menos.
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Pero no. A continuación pasó todo esto:
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1) Se descompuso nuevamente el horno, el mismo que mandé a reparar hace unos 6 meses.
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2) Me quedé sin teléfono, y la peor compañía del planeta hace oídos sordos a mis reclamos.
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3) A semanas de haber contratado internet, el sistema operativo de la pc -que estuvo sin usarse durante meses- hizo agua. Hermano se ocupó con mucha paciencia de recuperar de la máquina las pocas cosas que alcancé a guardar en el corto tiempo de uso, formateó e instaló el Windows 7. A los dos días se rompió la placa que recibe la conexión de internet. Vuelta al comienzo: tenés pc pero sin ciberespacio. La diferencia es que ahora tenés el abono de banda ancha 3 megas sobre tu tarjeta.
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4) En el interín, hubo un principio de incendio en el edificio donde vivo (estoy en el piso 14 y no hay escaleras de incendio...)
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5) Conicet tiene un convenio con el banco que nos paga el sueldo a becarios e investigadores, según el cual accedemos a una tarjeta de crédito sin cargos de renovación ni gastos administrativos. Sólo dios sabe por qué, pero a mí hace 3 meses que me cobran todo. Fui a hacer el reclamo al banco y me dijeron: 'pero podría haber venido antes, eh'.
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6) En el mismo momento que fui al banco solicité otra tarjeta de débito porque la mía tiene raspada la banda magnética y hay cajeros que no la reconocen. Cuando me llegó la activé y desde ese momento no puedo retirar efectivo de mi cuenta porque la credencial vieja se canceló al usar la nueva y la flamante se niega a darme plata, diciendo que tengo excedido el límite diario. Bárbaro.
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7) Antes de contratar un proveedor de internet estuve averiguando a conciencia. Speedy (parte de la peor empresa del mundo) me envió el módem sólo porque entré a la página y cargué mi número de teléfono para ver los planes disponibles. Los mandé con módem y todo a freír churros, pero cuando me llegó la factura de teléfono comprobé con horror que me están cobrando como si hubiera contratado el servicio. Recién vuelvo de una de las oficinas de Telefónica (los más hijos de puta de todos) para que modificaran el tema de la factura y me arreglaran el teléfono de una maldita vez. No pudieron hacer nada porque estaban sin sistema 'señorita, no tenemos acceso a la red de telefónica para ver qué ocurre con su factura, pero si se comunica a tal número a partir de mañana...' Pero a ver, idiota, ¿no te estoy diciendo que, además, hace 10 días que estoy sin teléfono? ¿cómo querés que llame? 'bueno, puede acercarse aquí nuevamente...' Sí, claro, si querés dejo de laburar para asegurarme que me des el servicio por el que te pago religiosamente, sorete...
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8) El televisor, una vez encendido, se apaga y se vuelve a encender solito, sin que nadie haga nada (¡tengo testigos!)
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9) Todo el que haya sido invitado a mi humilde morada sabe que soy una excelente anfitriona. Que todo está reluciente y ordenado, que hay stock de lo que quieran beber (y está frío si así se toma), y delicias variadas para comer. Que estoy en el detalle y que es probable que la estadía se prolongue más de lo que el visitante haya planeado. El jueves pasado El Licenciado se apersonó por unos Garibaldis, y tuvo que presenciar cómo (sin pasos previos, sin haber tomado mucho, sin borrachera feliz) pasé de charlar plácidamente sobre libros de Eco y Poe a desplomarme sobre la cama y vomitar sin pausa hasta la tarde del viernes.
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10) Continuamente se me tapa el oído izquierdo y tengo que agacharme para provocarle un cambio de presión que lo libere y me permita volver a escuchar.
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11) Si permanezco sentada más de 10 minutos, me aparece un dolor insoportable en el lado derecho, por sobre el estómago y debajo de las tetas, que disminuyo a fuerza de masajearme y estirarme como si elongara los músculos abdominales.
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12) Chechu estuvo viviendo conmigo una semana. El viernes empezó a recibir llamados amenazadores al celular y a su domicilio particular de una mujer que sabe su nombre y le quiere pegar, porque cree que mi amiga se está acostando con su marido. Y ayer casi la atropella un micro escolar.
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Menos mal que siempre pude reírme de mí misma.
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