Puede Fallar

miércoles, abril 29, 2009

Cosas que no: molestar al desconocido

Odio sobremanera que la gente me hable en la calle. Que personas que no conozco (y que no me interesa conocer) quieran quejarse conmigo de lo lento que avanza la cola en el banco, de lo mal que maneja el colectivero, de la crisis internacional o de lo cambiante que está el tiempo.

Los peores son los que primero bufan o chistan, como para llamar tu atención, y después empiezan con las oraciones unimembres –‘¡Qué barbaridad!’- para ir ganando en complejidad y al final, sin darte cuenta, terminás enredado en una conversación inútil y llena de lugares comunes – ‘Si las cosas siguen así no sé dónde vamos a ir a parar’- con un perfecto desconocido, cuando por lo regular te cuesta hacer un tiempo para llamar a tu vieja.

Puedo entender que me preguntes la hora o el nombre de una calle, siempre y cuando lo hagas con educación (‘Buenos días, ¿le puedo hacer una consulta?’’Muchas gracias’), porque en ese caso no estás tratando de encontrar a alguien que escuche tus chocheras sino que me estás interceptando por un motivo netamente funcional.

Si no tenés con quien hablar, fijate, analizalo, hacete socio de algún club, anotate en un curso, cambiá la actitud, pero no me vengas a joder a mí que conozco a los de tu tipo y respondo a cualquiera de tus observaciones con una onomatopeya, un ruido o un movimiento de cabeza porque ya sé que si contesto con al menos un monosílabo te sentís con todo el pie del mundo para hablar sobre lo mal que te trataron en el Fernández a vos, que sos argentino, mientras vienen los micros llenos de bolivianos a atenderse gratis.


Etiquetas: ,

0 Comentarios: