Puede Fallar

miércoles, noviembre 21, 2007

La estadística hace que cualquier delirio parezca serio

Durante estos días que pasaron (en los que no escribí nada pero rendí el último final de una de las carreras) estuve pensando una y otra vez sobre un tema bastante personal pero también... trillado, digamos. La cosa es ¿qué tan mala, o qué tan buena es mi vida? ¿Veo siempre el vaso medio vacío por vicio o simplemente soy realista?

Hay mucho de escuchar música pop y ser infeliz, lógico. ¿Pero hasta qué punto es solamente una postura?



Profeso una teoría extraña, en cual la probabilidad de la felicidad y de la suerte se ajustan a una distribución normal, a una campana de Gauss, y me ubico en el extremo de la curva. Para clarificar un poco: pienso que hay una cantidad finita de cosas buenas, y que si a alguien le va muy bien, para mantener el equilibrio universal, a otros les tiene que ir mal -o a otro muy mal. Pero además estoy casi convencida de que existe gente que tiene buena estrella, lo que por transitividad implica que la felicidad no es aleatoria -hoy me va mal a mí y bien a vos y luego se invierte- sino que las buenas cosas le pasan casi todo el tiempo al mismo grupo de personas.

Hace no mucho mi jefa me dijo que ella tiene mucha suerte con todo, que de algún modo los factores se ordenan tarde o temprano en su mejor beneficio. Mientras lo decía no podía evitar pensar que ella era feliz a mis expensas, que ahí estaba yo (y otros tantos, claro) sosteniendo con nuestras viditas el equilibrio de todos los mundos conocidos y por conocer.

Como de cualquier modo soy metódica y me precio de poner a prueba incluso a mis propias teorías, estuve haciendo una lista mental de por qué mi vida podría ser la envidia de cualquiera:

- hace por lo menos dos años que no tengo necesidad de despertarme ningún día antes de las 11 de la mañana.
- estoy a punto de recibirme de una carrera científica y pienso pasar los próximos cuatro años haciendo el doctorado en lo que me gusta.
- tengo libre los viernes desde hace unos 3 años.
- hago casi todo el tiempo lo que quiero.
- excepto cuando doy clase, no tengo que cumplir horarios.
- trabajo en lo que me gusta.
- tengo muchos y buenos amigos y un chico que dice que me quiere.
- no tengo problemas de peso.
- puedo manejar el tiempo como para cagar siempre en mi casa.

Si me esfuerzo, claro, podría enumerar un montón de cosas no tan agradables, pero se parecen más a temas psicológicos (y vaya si me molesta ese término) que a hechos concretos.

¿Y entonces? ¿En qué quedamos... ?

Hoy, sin embargo, tuve una iluminación. Mi jefa volvió de un congreso en Brasil, en el que presentó mi trabajo de tesis de licenciatura. Entre unos 160 participantes, ganamos el segundo lugar, una linda plaquita de metal.

Entre los '¡Te felicito!' y los '¡Qué bueno!' Pensé: número dos en tu lista, siempre.

Y que no se malinterprete; el premio es genial -y en realidad ni siquiera me importa-, pero me dio para pensar. Es así, siempre soy un casi en todos los campos, un desempeño honroso pero no magnífico, un sí pero no tanto.

Porque vamos, nunca, nadie, jamás se acuerda del subcampeón.
.
:

Etiquetas: , ,

0 Comentarios: