Autodefinida

Vení, vení que te explico, si no es tan difícil, che. Empezás dejándote un poco atrás, ni te das cuenta. La cosa se agiganta y de repente estás ahí, mendigando amor y cariño, pidiendo una miguita de ternura, arrastrándote por un abrazo.

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Al final tomás conciencia del largo camino que recorriste, del patético lugar en el que estás ahora, pero asumirte no mejora nada porque ya no sabés cómo volver. ¿Dónde quedó esa persona orgullosa de sí misma, que era culta, inteligente, sensible, deseable y divertida?

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Natanael dice que es el síndrome 'Bolsa de papas', de arrastrado, de 'soy lo menos' y que entonces, si ni vos te elegirías entre el escaparate de ofertas, menos que menos te va a preferir el otro, el que posee el monopolio de cariño y que cada tanto te tira una barrita de cereal amorosa y pequeña, para mantenerte vivo.
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Yo, claro, yo siempre voy un poco más allá. No sólo charlo abiertamente del tema con el Montgomery Burns del cariño, sino que me defino ante él como una indigente emocional.

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Y encima me creo ocurrente. Estoy en el horno.

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