Puede Fallar

viernes, noviembre 04, 2005

Hechizada

Madre cuenta que yo andaría por los dos años. Que empezó una medianoche. Que yo estaba durmiendo y de repente escucharon un ruido y me vieron con los dientes apretados, los ojos en blanco, el cuerpo tieso y temblando compulsivamente. Que duró una media hora, y que después me dormí como si nada hubiera pasado. Que el problema vino después, que desde esa vez, todos los días a la misma hora pasaba lo mismo: la rigidez, el temblor.

Que no importaba si estaba despierta o dormida: que llegada la hora empezaba el trance y así como llegaba se iba. Que en esos momentos me hablaban, me gritaban, me mojaban pero que yo no reaccionaba. Que durante el resto del día las cosas eran normales, que yo nunca me acordaba de nada.

Que creyeron que era epilepsia pero era extraña la frecuencia del episodio: todos los días, la misma hora, la misma duración. Que los médicos me hicieron estudios y no encontraron nada.

Que por esos días mi abuela insiste en ir a una curandera. Que la curandera me vio y dijo que era una nena muy nerviosa, que me dieran té de tilo con leche. Sin falta, todas las noches, que con eso me iba a calmar.

Y éso, éso es lo único que recuerdo. Que en un momento se puso de moda el té de tilo antes de ir a dormir, sin excepción. Que el Queridísimo tomaba conmigo para que yo no me negara.

Madre dice que nunca más. Que desde la primera infusión no volvió a ocurrir. Que mantuve la prescripción por un tiempo pero que después la abandoné. Que de cualquier modo estuvieron con mucho miedo durante largo rato. Que no era para menos.

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