Puede Fallar

lunes, octubre 31, 2005

Gataflorismo

Resulta que vamos por la vida protestando, porque siempre todo a medias, recortado, editado, todo incerteza, muy de generación de videoclip. Le pedimos -le pido- al cielo, o al infierno, o a TuSam un absoluto, algo que nos permita construir, una especie de roca basal o de hilo primordial.

Ya sé que tenemos la música, la literatura, el cine, la ciencia, la cultura pop en general. Pero digo 'otro tipo' de certezas: más básicas, o clásicas si prefieren. Algo menos genérico, más personal.

Y entonces voy por Buenos Aires con mi permanente melancolía, rogando por una idea que me sacuda, que me conmueva hasta el marco de los anteojos.

Sin avisos, a la altura de Paraguay y Azcuénaga, recibo lo que pedí durante tanto tiempo -bueno, tampoco fueron 20 años-. Definitiva, irremediable, una certeza que se me pega en la espalda y me llena el pecho con una mezcla de dulce dolor y helada alegría.

Unos segundos hasta que caigo en la cuenta de que ya está, ya estoy lista. Y en seguida empiezo, claro, a temblar del miedo, a llorar de la angustia, a pedirle a la gente que me abrace, que no me deje sola. Que a esta certeza no le doy con mi retórica, que no le gano con la rapidez, ni con el cinismo ni con la inteligencia, que no me va a dejar ir aunque le diga que escucho a Bowie o a Elliot.

Que me voy a morir, que me lo saquen de encima que ese maldito absoluto me va a matar.

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