Puede Fallar

martes, mayo 31, 2005

La más larga

"Incluso a la hora en que el cielo gris de San Petersburgo se oscurece totalmente y el mundo funcionaril ha terminado de comer con arreglo a los emulentos y los gustos de cada cual, cuando todos han descansado del rasgueo de las plumas que zumban en las oficinas, de las idas y venidas, de los quehaceres propios y ajenos y de todas las obligaciones que el individuo, nunca quieto, se echa voluntariamente encima hasta excederse a veces; cuando los funcionarios se apresuran a consagrar la velada al placer y unos, de mente más inquieta, acuden al teatro, otros se echan a la calle para dedicarla a la contemplación de ciertos sombreritos, los terceros emplean esas horas en hacer cumplidos a alguna linda joven, estrella de una reducida tertulia de funcionarios, o bien, y eso es lo más frecuente, trepan a un tercero o cuarto piso donde un colega suyo tiene dos habitaciones pequeñas con recibimiento o cocina y alguna pretensión de elegancia, como una lámpara u otra cosa por el estilo que le ha costado muchos sacrificios y mucho renunciar a comidas y fiestas; en una palabra, incluso a la hora en que todos los funcionarios se dispersan por los pisitos de sus amigos para jugar el whist y tomar unos vasos de té con galletas de a kopek, aspirando el humo de sus largos chibuquíes y refiriendo, mientras se barajan y se reparten los naipes, algún chismorreo relativo a la alta sociedad, que tanto interesa al ruso, cualquiera sea la clase a la que pertenezca, o incluso, si no hay otro tema, repitiendo el eterno chiste del comandante a quien fueron a denunciar que le había cortado la cola al caballo de Falconet, es decir, a esas horas en que todos procuran divertirse, ni siquiera entonces se tomaba Akaki Akákievich ninguna distracción."

Nicolai V. Gógol El capote.

¿Es o no es la oración más larga escrita jamás? Sépalo: todo lo han inventado los rusos.

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