Puede Fallar

lunes, febrero 28, 2005

Sábado & lunes

El plan era redondo: ir al cine, ir a comer, dormir juntos. Salió todo mal. Entre nosotros, quiero decir. A. que cree que 'acompañarlo' es ser su bolsa de arena y yo que no cedo ni un poco.

Lo más raro no fue corrernos por Paraná, ni gritarnos, ni que me tirara los cigarrillos a la avenida, ni nada de eso.

Bizarro fue, al menos para mí, ir llorando desconsolada a la parada del 5 y, al levantar la vista, encontrar a Alejandro Agresti mirándome. Unos segundos, nada más, que en la vida común la cinta es continua.

La semana, sin embargo, viene mejor. Porque estamos enojados -ya sé que es una paradoja- y porque hoy, antes de entrar al trabajo me pasó algo inesperadamente bueno: pasé por enésima vez por una librería de usados a la que, por prejuicio, nunca amagué a entrar. No quería ni detenerme en la vidriera porque una cosa son los usados del Parque (Rivadavia) o de un puesto en, por ejemplo, San Clemente del Tuyú y otra son las librerías de usados de barrio norte. Mucha edición de lujo, mucha política argentina, mucho Rimbaud y demás, nada de lo que a mí me interesa. El caso es que entré, diciéndome para mis adentros: 'Si encontrás algo de ciencia ficción, fantasía o de literatura universal que valga la pena, no habremos perdido tanto tiempo. Pero si encontrás Las Sirenas de Titán de Kurt Vonnegut, y encima lo podés comprar, entonces te invito esa ensalada cara que te gusta tanto'.

Así que hoy almorcé una rica ensalada.


Nota: Busqué ese libro por unas citas geniales que leí en Mal Elemento (www.malelemento.blogspot.com).

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