Puede Fallar

sábado, agosto 30, 2008

Dime qué lees...

Poco más de un mes atrás (en rigor, el 20 de julio), la revista dominical de La Nación tuvo, como nota de tapa, un supuesto racconto de lo que los lectores del diario consideran las propuestas necesarias para 'cambiar la realidad que nos rodea'.




Ni bien lo ví, pensé "Ok, no tenían nada decente para publicar y mandaron como nota principal del domingo uno de esos artículos que se cajonean y que sólo ven la luz si hay problemas con lo que habían diagramado...'




Después tuve un acceso de bronca, de ira, de odio profundo y visceral...
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¿Eso es lo primero que se les ocurre para tener un país mejor...? Qué hijos de puta.
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miércoles, agosto 27, 2008

Objetivamente



Dividimos la vida en años, en meses, en días, en minutos y segundos. Hacemos cuatro comidas por jornada y le agregamos tentempiés. Salimos los sábados. Planificamos las vacaciones. Cortamos la pizza en 8 porciones iguales. Tenemos un correo electrónico para las cosas del trabajo, y otro para los amigos. Si nos duele la cabeza tomamos algún analgésico. Nos vamos a acostar temprano si tenemos que madrugar. Evitamos la sorpresa.

Y cosas así.

Pero un día, la vida -que es más rara que las ideas- mete la cola en nuestro mundito ordenado y nos baña de luz y de estrellitas.

Y no se puede creer, porque el realismo mágico es algo que juzgamos obsoleto incluso para las tiras de Pol-ka.

Pero ocurre. Hay que estar atentos y mirar, incluso cuando no le pase a uno.

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martes, agosto 12, 2008

Lo que importa está acá

La salida del primer número, en 1998, hizo bastante ruido en los medios y en el público, cosa lógica teniendo en cuenta lo que prometía para la música, o mejor dicho, para los que consumíamos música. El escenario se parecía más al sueño de un estratega que a la conjunción azarosa de eventos: el 1 a 1 quemaba sus últimas fichas y comprarse un cd de alguna banda ignota en Musimundo o Tower Records (QEPD) era un ritual que se podía repetir varias veces al mes, aún para una humilde oficinista.

Natanael y yo trabajábamos juntos, en el estudio contable de su padre. Él compró el primer ejemplar ni bien salió a la venta, y Lu lo hizo poco después. Yo dudé un par de días, y para cuando me decidí tuve que recorrer varios puestos de diarios del microcentro pero al final conseguí el número 1 en la zona de Viamonte y San Martín.

Las notas nos gustaban mucho, a tal punto que en pocos meses más los tres éramos suscriptores. Claro que en esa época ser suscriptor convenía muchísimo, ya que haciendo un pago anticipado de 6 revistas recibías, por ejemplo, 2 discos de rock más o menos buenos y 1 un disco a elección en Musimundo; es decir que las revistas se pagaban solas. Además, presentado una tarjetita emitida por la editorial, entrabas gratis a boliches que eran todo, como Whisky A Go-Go (QEPD) o El Roxy, te invitaban a fiestas exclusivas (Natanael tiene una historia muy buena con los Chemical Brothers, que espero cuente en su blog algún día), a obras de teatro y a muchas avant première por mes.

Así fui juntando los primeros números, que pronto se hicieron decenas. Cuando se acababa la suscripción me acercaba hasta un kiosco y compraba las revistas cada mes, porque sentía lástima al interrumpir… ¿la colección? ¿el hábito de consumo? O lo que sea que estaba interrumpiendo.

Me volví a suscribir para la primer Creamfields que se hizo en el país, pagando algo así como $30 por las revistas y la entrada. Le pasé el dato a Lu, y fuimos juntos al hipódromo de San Isidro a revolcarnos en el barro de tres carpas de circo, entre música electrónica y pocos, pero poquísimos asistentes.

Las revistas se fueron acumulando en cajas, lenta pero inevitablemente. Para el recital de Daft Punk noté que pagando 12 números obtenía la entrada al show como regalo, combo más económico que adquirir la entrada en una boletería. Y caí en la trampa nuevamente.

Para colmo de males Hermano hizo la misma jugarreta para ver a los astronautas franceses, así que cada mes el visitante casual podía encontrar en casa (con el suficiente empeño), dos revistas iguales, una de él, otra mía.

O mejor dicho puede encontrar en casa esos ejemplares, porque el año pasado la suscripción se renovó para ambos de forma automática (esta vez sin regalos), así que las revistas –como si de problemas se tratara- siguen y siguen llegando, imparables, imbatibles como el paso del tiempo.

Desde el número 1 hasta el 125. Todos. Los tengo.

En septiembre, no obstante, este derrotero y otros encontrarán un punto de inflexión: se acabará el amargo invierno, Conicet pagará los sueldos que me adeuda -con lo que recuperaré algo de dignidad-, iniciaré la búsqueda de un departamento para irme a vivir sola, festejaré la llegada de mis 30 años, y, como si todo esto fuera poco, tendré que comunicarme con atención al cliente de la Rolling Stone para que no me perpetúen la suscripción.

¿Voy a llamar?

Qué dilema.

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miércoles, agosto 06, 2008

Miedo


Es muy posible que la próxima generación de dirigentes del país provenga de los chicos que hoy nacen y se crían en barrios privados.
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viernes, agosto 01, 2008

Siempre pasan cosas

Hoy me quería poner escatológica y escribir un tratado sobre la gente que (por elección consciente o porque nació en Lyon, ponele) no usa bidet; y de cómo, cada vez que pienso en una supermodelo bellísima con un vestido de Oscar de la Renta, por caso, me imagino que tiene el culo sucio. Incluso si la chica me cae muy bien, eh. Me pasa con mi adorada Carrie, no crean.

El caso es que vine al trabajo y a poco de entrar me dí cuenta que había extraviado las llaves de casa. Corrí al 28, llamé al 117 (los colectivos), nada, no aparecieron.

Trabajé un rato y me fui a rendir un miniexamen de fisicoquímica y Hermano me avisó por sms que habían llamado a Abuela Carmen diciéndole que tenían secuestrado a mi tío.

En el medio del examen me llamó Padre diciéndome que tenía que ir para lo de mi abuela... que mi tío estaba bien, que era 'de estos versos que se hacen ahora, viste...' el docente escuchaba y no lo podía creer.

Al final no pasó nada, pero mi nona quedó asustada y me tengo que ir para allá, lo que me obligó a suspender la juntona acordada anoche con Lala.

Y todavía no sé cómo voy a entrar a mi casa.

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